sábado, 29 de febrero de 2020

Marchan como nunca, las agreden como siempre

Silvia Núñez Esquer
La marcha feminista más grande de la historia de Sonora donde participaron solo mujeres, ocurrió
este domingo 23 de febrero. 
Nunca como ese día, vimos una marcha enérgica, potente, decidida, donde estaban conectadas desde  la primera joven, hasta la última de la marcha. 
No fueron decenas, ni cientos de mujeres, esta vez fueron miles. Muchas, para una ciudad que nos han querido hacer creer es  “conservadora”, ante los temas incómodos.
En un contexto donde el 2019 cerró con 117 mujeres asesinadas, 41 de los casos clasificados como feminicidios, la presencia vigorosa de las jóvenes universitarias y preparatorianas, nos confirmó que el relevo generacional ya está aquí. 
Ellas decidieron marchar, protestar, gritar su coraje y rabia por tantas asesinadas impunemente, por la violencia sexual de la que ellas mismas son víctimas diariamente.
Las vimos llorar cuando las oradoras del  mitin por fuera del Supremo Tribunal de Justicia hablaban de cómo las mujeres vivimos resistiendo y defendiéndonos de las violencias desde que nacemos, hasta que morimos.
Y es que muchas de ellas se sintieron identificadas, recordando cómo les sucedió a ellas, cómo tuvieron que resolverlo a veces solas, y a veces comiéndose la rabia, masticando la dignidad pisoteada por el machismo encarnado en los hombres de su familia, en un maestro, en un sacerdote o pastor, en un profesionista de la salud, o en cualquier hombre que se tope en su vida. 
Quién mejor que las jóvenes para hablar y testimoniar la violencia, si son ellas las que la viven a cada minuto. 
El domingo llegaron confiadas en que podrían explayarse y dar a conocer su postura sobre el momento que se está viviendo en México y Sonora, donde los cuerpos  los están poniendo las mujeres, no solo para ser asesinadas, sino para erosionar sus vidas, enfermarlas y convertirlas en permanentes sobrevivientes.
Cortesía de Madres Buscadoras de Sonora
Todas tienen alguna anécdota o pasaje de su vida donde acumularon alguna vivencia de agresión machista que si bien a ellas no las mató, sí las convirtió en seres distintas, sin posibilidad de ser completamente libres de sus actos, de sus vidas, de sus cuerpos. 
Una hora antes de la cita para el inicio de la marcha, otra manifestación habría de realizarse en el mismo lugar, pero no tuvo éxito.
Fue la familia de Paloma, la pequeña de 14 años que fue privada de su libertad y después asesinada en diciembre pasado, y que desde que encontraron su cuerpo, la madre aseguraba que era ella, pues conocía de sobra su ropa y a su hija, como solo las madres suelen conocerlas. 
Pero fue hasta la semana pasada cuando las autoridades correspondientes dieron a conocer los resultados del examen de ADN que confirmaba lo que la familia ya sabía, era Paloma, su pequeña Paloma. Continúa información

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